Un Yanqui en Argentina
La extrañeza frente a la construcción de la identidad permite poner las piezas de este gran rompecabezas bajo una lupa distinta, dando lugar a la pregunta por esos rasgos que nos definen, no solo como individuos, sino como comunidad y hasta nación. La película Bajo Naranja, comedia dramática estadounidense-argentina que llega este sábado al Puerto…
La extrañeza frente a la construcción de la identidad permite poner las piezas de este gran rompecabezas bajo una lupa distinta, dando lugar a la pregunta por esos rasgos que nos definen, no solo como individuos, sino como comunidad y hasta nación.

La película Bajo Naranja, comedia dramática estadounidense-argentina que llega este sábado al Puerto San Carlos -se proyectará a las 19.00 horas de forma gratuita, con un debate posterior- transita de alguna manera esa construcción, no solo de la “argentinidad” vista a través de la trama donde un norteamericano deambula, tras el robo de sus documentos, junto a los integrantes de un grupo de teatro independiente al que se incorpora como a una familia, sino de la propia forma de construir los lazos afectivos: ¿qué tipo de vínculos armamos? ¿Qué otras posibles maneras hay de vincularnos?
La construcción está, incluso, en el origen mismo de la ópera prima de Michael Taylor Jackson: en plena pandemia, junto con Sofia Gala y Vera Spinetta, que son parte del elenco, junto a Bel Gatti y Gianluca Zonzini, entre otros, comenzaron a armar una comunidad online autodeterminada colectivo artístico, publicando historias que parecían ser las de un grupo cultural vigente, sin que se hubiera aún rodado la película, con fotografías, videos y graffitis que aparecían con frases como “nos gobierna el algoritmo” o “amar es soltar”. En el marco del encierro, el fenómeno creció exponencialmente, mientras se empezaban a filmar algunas piezas para redes, multiplicando la comunidad de seguidores. Más tarde, se filmaría definitivamente la película.
“Buenos Aires siempre me atrapó, me inspira mucho creativamente. Había venido en 2010 para estudiar en el IUNA, algo que en Estados Unidos no se puede, porque es muy caro: si estudias son 40 mil dólares por año”, dice Michael, escritor, director y también protagonista de su propia película, poniendo el ojo pilares fundamentales como la educación pública, con el valor de una mirada que también permite la extrañeza: ¿Sabemos lo que tenemos?
Michael se dejó así interpelar en ese andar medio turista donde las calles hablan, y esas reminiscencias no escapan a la trama. “Me acuerdo que cuando vine a Argentina había una campaña contra los fondos buitre, una campaña anti yanqui, anti FMI, con carteles. Iba observando esas cosas”.
Después, cuenta, volvió a Estados Unidos y terminó su carrera estudiando cine con Julia Solomoloff, directora argentina de largometrajes como Nadie nos mira, El último verano de la boyita y Hermanas. “Ella fue mi mentora en Nueva York, siempre tuve algo con Argentina, es curioso”, dice y trae a colación otro sello de la identidad que circula en los dichos: “Un argentino nace donde quiere”.

La argentinidad
En el 2020 Michael estaba listo para hacer su primer largometraje y decidido a realizarlo en Argentina. Había escrito un guion sobre una toma de colegios en Buenos Aires, algo que lo había deslumbrado como fenómeno. También había ido en marzo al Museo de la Memoria en la ex ESMA.
“Me hizo volver a ese contexto de 2012, en torno a la presencia de Estado Unidos en Argentina, a la invasión de empresas y corporaciones que se ve en las calles y cosas del contexto político histórico: me sorprendió que no se mencionaba en el museo de la ESMA que Estados Unidos financió la dictadura, algo que está comprobado, con documentos desclasificados en la página de la CIA, en libros escritos sobre el Plan Condor, y quería integrarlo”, cuenta.
Quizás esa visita al museo haya sido una de las últimas salidas, el 20 de marzo iniciaba la pandemia y frente a la opción de irse o quedarse, decidió quedarse. Fue en ese periodo que comenzó a escribir el guion de Bajo Naranja con la siguiente premisa: un mochilero californiano viaja a Buenos Aires para rendir homenaje a Hipólito Bouchard, el militar y corsario franco-argentino que conquistó su ciudad natal en 1818. Por el camino, su viaje toma un giro inesperado cuando le roban sus documentos y se ve envuelto en una relación poliamorosa con una banda de jóvenes actores que conspiran para secuestrar al embajador de Estados Unidos.
El Plan Cóndor, el FMI, San Telmo, los artistas independientes, el poliamor y la construcción de los lazos afectivos. El paraguas parece amplio y, sin embargo, también podría nacer de la pregunta que él mismo se hizo en algún momento: ¿Cómo es vivir en Argentina siendo Yanqui?
“Mi personaje se llama Yanqui, no tiene nombre, y es curioso porque no hay otro país que nos llame Yanquis, solo Argentina. Hay muchas particularidades, es muy interesante”. En ese interés también emerge la historia de Hipólito Bouchard. “Era un pirata que conquistó mi pueblo y está enterrado en Argentina, vino acá a ayudar a liberar el país de los españoles, era marinero del ejército de Napoleón y San Martín lo contrató. Y es Bouchard el que toma un barco y conquista mi pueblo: Monterrey, California. Imagináte, llega con un barco lleno de argentinos y toman lo que en ese momento era la capital de California, gobernada por los españoles. Básicamente pusieron la bandera argentina en la arena de California”, relata, sacándole chispa a una historia que parece un pasaje desopilante de una novela de ficción.

“Hay un montón de cosas, que van apareciendo; de alguna manera, también se trata de piratas contemporáneos. Nosotros como grupo de artistas Bajo Naranja también robamos cosas, es decir, están los chorros de la calle que te roban la billetera, y después está Bouchard como pirata histórico más estilo Johnny Deep (se ríe). También pienso en esta cultura que rechaza los bancos, admiro eso, esa precaución. En mi país la gente usa el banco como su billetera, y después tienen préstamos con 40% de interés y viven toda una vida endeudada. La gente piensa: qué lindo sería tomar préstamos, como los yanquis, o: hagamos que todas las universidades sean privadas, como en Estados Unidos, y tenés 22 años y estás lleno de deudas. De hecho, Estados Unidos tiene la deuda más grande del mundo. Por otro lado, el pueblo argentino también tiene algo como muy anarquista, es un pueblo militante que no toma cualquier cosa como dado”.
-En ese sentido, te tocó vivir un cambio importante con el nuevo Gobierno. ¿Cómo lo ves, con esa misma extrañeza?
-Yo escribí el guion en 2020, justo cuatro años antes de que llegara Milei y la película habla de dolarizar, de privatizar el país en diferentes formas, de la educación pública, los hospitales. El capitalismo extremo es puro rendimiento, eficiencia, la gente mayor no importa, si sos pobre te morís y no importa, es un tipo de brutalismo. Pero el fascismo argentino actual es diferente, porque el fascismo de los años de la Segunda Guerra Mundial fue radicadoen el nacionalismo y Milei no tiene eso, está fascinado con Estados Unidos y el capitalismo, pero Estados Unidos es mucho más nacionalista que él, y por otro lado, si visitás San Francisco, el lugar con más millonarios per cápita, debe tener 80.000 homeless en la calle, casi 5% de la población. ¿Eso vas a imitar?
Las arterias que abre Bajo Naranja se abren más y más, incluyendo un manifiesto que despertó el interés para empujar la posibilidad de su proyección y abrir el debate donde, junto al directo, estará la psicoanalista Macarena Tallarico. La cita está dada: sábado 10 de mayo a las 19.00 horas.
Por Violeta Moraga
Colectivo de Comunicación Popular Al Margen
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