La organización en movimiento

Se realiza el 11 de agosto en todo el país la primera elección de autoridades de la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATDa), el primer gremio del sector, oficializado en 2023, después de largos años de lucha.  

En septiembre del año pasado el Ministerio de Trabajo finalmente oficializó la inscripción de la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATDa), el primer gremio específico del sector. Fue un logro histórico que llegó después de largos años de luchas. Por eso, la elección de la flamante Comisión Directiva y Comisión Revisora de Cuentas que tendrán lugar el próximo 11 de agosto constituye una celebración, fruto del trabajo colectivo que se sigue potenciando y abriendo camino para garantizar derechos en una actividad que presenta altos índices de precarización e informalidad.  

La organización del sector cobra todavía más importancia en un contexto complejo como el actual, donde los trabajadores y trabajadoras de la cultura y sus instituciones vienen recibiendo el vapuleo del gobierno Nacional con recortes presupuestarios y desfinanciamiento de áreas claves para el desarrollo y sostenimiento del sector.

“La institucionalización del gremio es una especie de faro. Constituye una herramienta que nos permite fortalecer el sector. Es desde la organización que podemos seguir sosteniendo el trabajo de todo lo que falta construir en defensa de nuestros derechos”, señala al respecto la bailarina, coreógrafa y docente de danza Eugenia Schvartzman, candidata a secretaria general del gremio, por la Lista Magenta 10, una de las dos listas que se presentan en estas elecciones.

En ese camino, entre las cuentas pendientes se encuentra la Ley Nacional de Danza y la creación de un Instituto Nacional de Danzas, que si bien no resuelve estrictamente lo laboral, cambia radicalmente el contexto de trabajo. “Lo hemos visto con el Instituto Nacional de Teatro o con el INCAA, donde se modificaron las condiciones laborales a partir de un Instituto de Fomento”, describe Schvartzman y suma otros ejes a trabajar como es la jubilación, acorde a una actividad de formación temprana en la que no se puede seguir trabajando en las mismas condiciones de tareas que otras disciplinas; el monotributo cultural; la necesidad de convenios colectivos macro a nivel nacional y convenios colectivos particulares y sectoriales; las obras sociales y convenios acordes a las formas de trabajo, con debates que se dan por la tarea específica.

“Todas estas inquietudes ahora las podemos impulsar desde la herramienta gremial, que se presentó hace casi diez años en el ex Ministerio de Trabajo, hasta que salió la inscripción gremial el año pasado. Durante todo este tiempo se trabajó igual, pero ahora viene una nueva etapa, para la cual se hizo una fuerte campaña de afiliación para que realmente el gremio pueda consolidarse para los próximos cuatro años con una comisión directiva elegida por votación, por primera vez”, continúa. 

El trabajo colectivo permitirá así hacer frente a las diversas situaciones en las cuales se encuentran los bailarines y las bailarinas dentro de una actividad que se caracteriza por el pluriempleo, con una importante precarización en todos los planos. “Incluso en los puestos estables de las compañías oficiales, con plantas permanentes encubiertas, que son contrataciones sistemáticas durante años, faltas de pago, bajas remuneraciones, o compañías oficiales municipales que ni siquiera tienen salarios, así también en el ámbito comercial, donde muchas veces no se tiene en cuenta las características de nuestra disciplina a la hora de contratar”, señala Schvartzman y describe la diversidad que se despliega en el sector: la mayoría de la población de la danza, que trabaja de manera independiente o no-oficial, generalmente lo hace de manera autogestiva, pero ahí también se genera una falta de regulación y de precarización muy fuerte. “Está la autogestión como algo positivo para el emprendimiento de nuestros proyectos, pero, por otro lado, está la falta de apoyo a la sostenibilidad de estos procesos. Entonces, en todos los planos de nuestro trabajo, tanto en la docencia, en la interpretación, en los investigadores y demás, hay un sinnúmero de cuestiones que hacen a garantizar derechos laborales que no están cubiertos”.

“Por eso esta construcción es un modelo para armar, para que realmente sea el sindicato que los trabajadores de la danza necesitamos, queremos y deseamos construir, de una manera profundamente colectiva que requiere las voces de todos, porque somos muy diversos en nuestras tareas, en nuestros trabajos y en los territorios, donde también se abren diferentes formas de trabajar y de trabajar en red. Realmente hay que ir por esos derechos que, incluso, a veces no se tienen en cuenta hacia adentro por la propia comunidad: nuestra actividad es nuestro trabajo, aunque a veces no podamos vivir de eso”.

En referencia a la importancia de las elecciones que se aproximan, la bailarina, docente de danza y gestora cultural Amanda Ballero, también candidata por la lista Magenta 10 señala el carácter absolutamente federal del espacio en el que están trabajando:  “Abarca de norte a sur todo el país, con lo cual uno puede tener una mirada macro, no solo de las individualidades o las particularidades de cada territorio, sino que hay una posibilidad de compartir y de armar un mapeo que permita tener la información de todo lo que pasa, no solo a uno en la propia localidad. Creo que eso es algo que nos caracterizó a los bailarines desde siempre, estamos muy metidos para adentro y cada uno en lo suyo, sin saber lo que está haciendo el de al lado y mucho menos el que está en otra ciudad o en otro en otra provincia. Por eso me parece que tener un gremio a nivel nacional que nos representa realmente a todos es muy importante”.

Residente en esta ciudad hace largos años, Ballero describe también las características más locales de Bariloche, un destino que tiene particularidades específicas vinculadas a una ciudad turística. “El foco está puesto prioritariamente en eso y cuesta mucho abrir otros caminos que no sean lo que da un rédito económico turístico. Me parece que es muy enriquecedor poder nutrirse de lo que pasa en otros territorios, salir de esta especie de burbuja en la que estamos metidos porque pareciera que estamos lejos, porque llegan pocos espectáculos, porque es difícil: Bariloche no tiene un teatro, por ejemplo. Frente a todas esas pequeñas particularidades que hacen a lo local me parece que el gremio va a permitir que se empiece a ampliar un poco la mirada y trabajar más en conjunto con el resto del país. Realmente es desde lo colectivo desde donde uno puede lograr un trabajo que sea profundo y a largo plazo”.

Cabe destacar que para las elecciones del 11 de agosto hay 36 mesas en todo el país, incluyendo Bariloche y más de 1.800 afiliadas y afiliados en condiciones de votar. “Nos pasa un poco acá en el sur que nos sentimos excluidos, con un discurso medio de despotricar sobre que estamos en los márgenes y me parece que en ese sentido tener una mesa acá está buenísimo y es importante. Ojalá todos los afiliados se acerquen a votar el domingo 11 para que eso nos permita constituirnos por primera vez como gremio formal. La comisión que estuvo hasta ahora fue una comisión provisoria y se dará paso a quienes ganen legítimamente las elecciones. Es histórico y tiene que ser una fiesta, ojalá podamos sentirlo de esa manera porque creo que nos lo merecemos”, concluye Ballero y sintetiza: “Es un paso importantísimo el hecho de ir a votar y elegir nuestra propia conducción de un gremio. Vamos a construir desde este espíritu de participación porque lo más importante que tiene un gremio es la participación de los trabajadores tomando decisiones y este me parece que tiene que ser el objetivo”.

Se viene así una tarea de construcción y concientización de las condiciones laborales, de formación y debate para seguir avanzando en más derechos, en un ambiente con situaciones muy diversas, pero que pueden ser abrazadas por el impulso colectivo.

Por Violeta Moraga

Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen

Seguí leyendo Al Margen:

Todas las voces todas: que la música sea con obra social