La historia del médico de barrio que se jubila con 36 años de servicio
Felipe de Rosas llega al fin de su carrera pública como médico de familia. Durante 15 años fue jefe del Centro de Salud Frutillar, antes director del Hospital Zonal y trabajó en varios centros de salud en barrios de la ciudad. Subraya que mejor que atender es prevenir. Dialogamos con él en el espacio Al…
Felipe de Rosas llega al fin de su carrera pública como médico de familia. Durante 15 años fue jefe del Centro de Salud Frutillar, antes director del Hospital Zonal y trabajó en varios centros de salud en barrios de la ciudad. Subraya que mejor que atender es prevenir. Dialogamos con él en el espacio Al Margen en Ideas Circulares.
Esta semana la cuenta de Facebook de Salita Frutillar, el centro de salud de Cacique Chocori, en el Alto, posteó: “Queremos comunicar que el dr. Felipe de Rosas realizará sus últimos días de atención médica en la salita frutillar desde mañana jueves 24-10 y hasta fin de mes (el jueves 31-10) , previo a su jubilación de salud pública”. La publicación tiene más de 400 likes y más de 42 comentarios.
Felipe de Rosas es un reconocido médico sanitarista de Bariloche. Llegó desde Mendoza en 1987, trabajó en centros de salud de varios barrios, entre ellos 10 diez años en Virgen Misionera, fue Director del Hospital Zonal Ramón Carrillo hasta 2009 y por 15 años Jefe del Centro de Salud Frutillar hasta principio de 2024.
Su visión de la salud pública es preventiva y “artesanal”, forjada por amplios equipos interdisciplinarios que tengan la posibilidad de resolver problemas complejos, los que no están en libros ni en internet.
– ¿Qué sensaciones lo atraviesan estos días?
-Es raro, porque venía de una licencia larga, y esa publicación se realizó porque muchos pacientes y gente que hace mucho tiempo veo acá, y también de otros lugares, me dijo “avise doctor, así voy a ver qué hago, con quién sigo”, etcétera. Y por otro lado, estoy planificando una etapa nueva. No me considero una persona muy quieta, entonces como que tengo varias ideas y algunos proyectos de cosas para hacer.
– ¿Cuántos años de trabajo?
– Son 36 años y medio de trabajo en lo público, en los que pasé de la residencia en medicina general, trabajando en todos los servicios, lo que me ha permitido conocer luego cada uno de los recovecos hospitalarios, a estar a cargo de los centros de salud, conocerlos y trabajar. Porque siempre tuve la teoría de que si uno quiere conocer cómo funciona algo, no tiene que ir sólo a una reunión y hablar con el servicio, sino que hay que ir a trabajar. Uno así va conociendo un perfil sociosanitario de la zona, lo que me ha dado un cierto panorama que me permitió llegar hasta este punto.
– Cuéntenos de su llegada desde Mendoza. ¿Hizo la residencia acá en Bariloche?
– Yo tenía idea de ser médico de familia, médico generalista, y en ese tiempo, año 1987, solamente había tres residencias en el país: en Río Negro, en Neuquén y en Salta. Así fue que rendí para ir a Neuquén o a Río Negro y caía acá en Bariloche, donde hice la residencia de medicina general con orientación rural.
– ¿Y cómo es ese perfil sociosanitario de Bariloche?
– Es una ciudad que fue cambiando. Cuando llegué era un pueblo más chico, con muchas familias jóvenes, donde no había infartos ni cáncer, pero había desnutrición, enfermedades respiratorias, enfermedades infecciosas. Con el crecimiento, la población fue envejeciendo, incorporando enfermedades crónicas que se fueron instalando a nivel nacional y mundial. Es importante pensar en los perfiles sanitarios, porque hay que expresarlos en el diseño de las ciudades. Hay que pensar a Bariloche como una ciudad con mayor cantidad de gente adulta, y eso no está en agenda. Bariloche no es una ciudad “viejo friendly” en su transporte, clima, actividades, organizaciones.
– Me imagino que el trabajo cerca de la gente es muy distinto al trabajo en el hospital, ¿no?
– Sí, sí, yo siempre jorobo con mis amigos terapistas, les digo que su trabajo es muy fácil: “al que tiene baja presión, se la subís; al que tiene alta, se la bajás. Si no sabés qué hacer, buscás en el último artículo del The New England Journal of Medicine que te va a decir cuál es el último protocolo para un tratamiento, cuál es la última novedad”. Pero cuando llega ese paciente post terapia, con dificultad motora, con una discapacidad, que vive en un hogar donde no llegan todos los servicios y la red familiar no está conformada y la accesibilidad no está dada, busco la receta en el The New England… y no aparece nada. Quiero decir que hay que valorar el trabajo en el primer nivel de atención. No hay recetas únicas para cada patología, hay que hacerlas. Y las hacés con un equipo de trabajo, con agentes sanitarios, trabajadores sociales, gente y organizaciones de la comunidad, el municipio, el ministerio de Desarrollo Social. Es un trabajo muy artesanal con conocimiento científico, cuerpo a cuerpo, en que a veces las soluciones te las da la población.
– ¿Cómo sería eso?
-Yo estuve en el barrio Virgen Misionera diez años. Había una familia que se enfermaba seguido, los niños se internaban por problemas respiratorios, no había medicamentos hacía tiempo, y una vez, una vecina, me dijo “¿y si hacemos los pluviales? Yo veo que a esa casa le baja la humedad del cerro”. Hablamos entonces con el municipio e hicimos los pluviales de tal manera que el agua se canalizó, y esa familia se dejó de enfermar. ¿Qué quiero decir con esto? Tenemos que ir por el lado más flaco de nuestra especialidad. Los medicamentos y los estudios no van a darnos las herramientas para resolver los problemas complejos. Para los problemas simples tendremos que seguir estudiando, pero para los problemas complejos se necesita equipos de trabajo amplios con distintas disciplinas y una mentalidad siempre abierta.
– ¿Conoce al nuevo ministro de Salud, Demetrio Thalasselis?
-No lo conozco personalmente, pero sé que viene del ámbito de la Fundación Médica del Valle. Ya tuvimos en la provincia otras etapas de simbiosis público privada, como en la época de Menem y creo que en 2005. Veremos ahora cómo funciona, cuáles son las estrategias y cuáles las herramientas. Hay que estar atentos, uno nunca dice “vamos a oponernos por la oposición misma”, los tiempos cambian, pero me parece que hay que estar atentos. Hay que defender las cosas que se pudieron hacer y crear. Hay que tratar de que la salud pública marque el perfil del rumbo. O sea, nosotros podemos tener diferentes prestadores en una ciudad, pero me parece que lo público tiene que marcar el rumbo. ¿Cómo vamos a hacer para las urgencias? ¿Cómo vamos a hacer para ocupar las camas de terapia? ¿Cómo prevenir la cantidad de infartos y obesidad en 20 años? ¿Cómo vamos a trabajar con los chicos con problemas de adicciones? Hay muchas cosas que no tenemos que atender, sino que tenemos que prevenir. ¿Cómo hacemos para que la gente viva de mejor manera, se alimente de mejor manera, tenga actividades preventivas para no llegar al infarto incontrolable”.
– ¿Tiene para su jubilación proyectos vinculados con la salud, o de otro tipo?
– Yo trabajo en paralelo con una organización que se llama Nutrir Patagonia, que tiene actividades de prevención en relación a la alimentación y la formación. Pienso darle bolilla a eso. Tengo también otros proyectos sanitarios de prevención, soy docente en la carrera de Medicina. Y después veré si mi jubilación alcanzará o tendré que ir a pedirles trabajo a ustedes. No sé hacer cosas en la casa, si hago cosas con madera mi mujer me va a echar. Si algo sé, es de salud. En lo que pueda aportaré desde ahí.
Por Pablo Bassi
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen
Seguí leyendo Al Margen:
La revista Al Margen es una publicación que recorrió las calles de nuestra región desde comienzos del año 2004. La misma brindaba información de interés general, notas de actualidad y abordaba temas sociales. Esta revista también se creó para brindar una salida laboral concreta a personas desempleadas, que a través de la venta obtenían sus propios ingresos de manera directa.
Enviá tu comentario