“Hay que ser igual de osados que ellos”

¿Cómo nos enfrentaremos a un presidente de extrema derecha?, ¿Cómo construimos una alternativa a la crisis del capitalismo? fueron dos preguntas que surcaron el conversatorio sobre Nuevas derechas y perplejidad política a cargo de investigadores del Centro de Estudios legales y Sociales -CELS- y organizado por el Frente Patria Grande este lunes en el CRUB.

Radiografía del gobierno de Milei

Para poder salir de la perplejidad política, de esa sorpresa que paraliza, Vanina Escales y Gabriela Mitidieri -investigadoras del CELS- se propusieron entender el engranaje del gobierno libertario. Observaron que, en primer lugar, la economía es el principio ordenador de su política. La economía puede explicar todo y legitima el sacrificio que padece la sociedad en pos de que cierren las cuentas, de que el déficit sea cero. Se preguntan si esta supremacía económica es una propuesta de Milei o si es una interpretación del presidente sobre lo que sucede en el campo social. En segundo lugar, reconocieron un militarismo que avala el uso de la fuerza estatal contra la disidencia política y que justifica la dictadura en términos nacionalistas. Un nacionalismo racista y meritocrático que convive con el RIGI -un sistema de expropiación de los bienes comunes-. A su vez, esta supervivencia meritocrática supone una sociedad desigual.

Supremacía económica, militarismo y desigualdad social son los rieles por donde avanza la administración libertaria. Ante este escenario, las investigadoras se preguntaron sobre la razón de ser de lo público. “Construimos sociedad para ayudarnos, para tener más o menos las mismas posibilidades, para que el Estado pueda estar ahí resolviendo desigualdades”. Una definición básica y fundamental que este gobierno intenta desnaturalizar. Así vemos viejas figuras conservadoras que se posicionan en contra de las mujeres y las disidencias y ocupan lugares clave en los ministerios. En este sentido argumentan que la batalla más importante se juega en el campo de la cultura. Los símbolos, los valores y creencias que se construyeron a lo largo de los últimos 40 años son los términos de esta disputa.

Asimismo, se detuvieron en lo novedoso de su aparato comunicacional en términos de construcción de su subjetividad. No solo el uso de las redes sociales sino también la actividad de los influencers para propagar sus ideas y para amedrentar a los que se oponen al gobierno. También están estudiando las conexiones globales con la derecha internacional. Por un lado, los foros internacionales donde referentes de ultraderecha empiezan a juntarse y a intercambiar información y recursos. Por otro lado, el financiamiento extranjero que viene de lugares insospechados como por ejemplo fundaciones alemanas de centro derecha que están financiando a Milei y a Villarroel para robustecer su gobernabilidad.

¿Por qué la salida a la crisis está siendo por derecha?

Ezequiel Ipar -sociólogo y director del Laboratorio de estudios sobre democracia y autoritarismos- caracteriza esta escalada de la derecha como una reelaboración de la crisis del capitalismo. Cuando el capitalismo muestra sus costuras produce malestar y frustración. Los partidos que emergieron en los últimos diez años son modos de canalizar esa bronca contra de la democracia.

El analista se pregunta por qué estas ideologías logran avanzar en el terreno cultural, en la construcción de determinadas subjetividades y logran trastocar el universo de los valores democráticos, y a la vez por qué no se despliegan otras salidas a ese malestar que se inscriban en una posición de izquierda. La respuesta tiene que ver con la contingencia de la lucha política: “Si el rostro del estado delante de las sociedades es decir lo que no se puede hacer y queda asociado a un hecho histórico universal tan trágico como una pandemia hay una oportunidad histórica para este tipo de ideologías y para este tipo de formaciones políticas que se proponen destruir la democracia”.

Luego pone el foco en tres problemas que vuelven más vulnerable a la democracia y que hacen que estas ideologías crezcan y que en determinados momentos se conviertan en mayorías electorales. La primera causa plantea la posibilidad tecnológica de usufructuar económicamente de las pasiones más oscuras del ser humano. Por un lado, un sector de la población -en especial los jóvenes- socializada en el territorio digital y por el otro, grandes empresas capitalistas que monopolizan el espacio público a través del control de datos personales dispuestas a monetizar el odio de las personas.

La segunda evidencia una fragilización -en los últimos años- de las políticas que implementan los principios de la justicia social. Esto ocurre en varios niveles. Están los que objetan el criterio de aplicación “A mí no me llega o no me llega como debería llegar.” Otros consideran que la justicia social debería hacerse de otra manera -por ejemplo las formas de financiamiento-. Los más extremos critican el concepto de justicia social en sí.

La tercera visibiliza la dificultad tanto de las políticas de izquierda para diseñar alternativas creíbles como de la gente para escuchar esas alternativas. En contraposición la derecha está convencida de que el problema es la democracia, en particular su carácter igualitario y tiene una idea clara de cómo resolverlo, Su fórmula consiste en suprimir esa pluralidad de voces y presentarse como los únicos que ofrecen un futuro posible, aunque ese futuro sea una idea anacrónica.

¿Cómo contrarrestar este escenario libertario?

Para comenzar a construir respuestas a esta pregunta Gabriela propone redoblar la apuesta: “Hay que ser igual de osados que ellos. No es con medidas de centro o de centro derecha que estos procesos se van a detener, sino que hay que hacer una apuesta propia que despliegue una idea de futuro que nos junte, que nos contenga y que nos que nos dé ilusión”.

Vanina invita a avivar las expectativas y a seguir militando. “Venimos de muchas experiencias apoyadas en el posibilismo de pequeños sueños. Nos presentamos como la resistencia, pero la resistencia suele ser un lugar conservador. Es necesario dar saltos creativos, ensayar qué futuro queremos y darle estructura de plataforma”.

Ezequiel sugiere que a la par que imaginamos una nueva sociedad poscapitalista, tenemos que tener un plan que comienza con ganar las elecciones de 2025 y para esto es imprescindible armar un frente democrático donde se pongan en diálogo visiones que difieren entre sí pero que puedan conformar un límite a la ultraderecha.

En paralelo,diseñar una campaña política que genere dudas e inquietudes en el electorado menos convencido a través de pasiones afirmativas. Reconoce que en las últimas elecciones la campaña del miedo no fue el mejor abordaje posible. “Nosotros tenemos que poder generar dudas diciendo que la igualdad es la norma de una moralidad ciudadana válida, que la igualdad es un modo de vivir mejor con los otros y así reencauzar de alguna manera en esas afirmaciones las virtudes de la democracia”.

En síntesis, este es un momento para pensar nuevas formas de reinscribir las reglas de la democracia en el espacio público y en el territorio digital y construir una alternativa creíble que dé verdaderas soluciones a las formas en que esta crisis del capitalismo toma lugar en nuestro país.

Por Verónica Battaglia

Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen

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